lunes, 27 de diciembre de 2010

Adictos al amor: Enamorarse estimula el cerebro como la cocaína


Adictos al amor: Enamorarse estimula el cerebro como la cocaína

Publicado el 25/11/10 a las 5:00 pm en DestacadosSociedad por  Karolina Lama
“Enamorarse afecta las mismas áreas intelectuales del cerebro y gatilla las mismas sensaciones de euforia experimentadas por la gente cuando consume cocaína”, así lo revela el artículo publicado por el Journal of Sexual Medicine de la Universidad de Syracuse.
El estudio llamado “La Neuroimagen del Amor” descubrió que varios químicos inductores de euforia tales como la vasopresina, la oxitocina, la adrenalina y la dopamina son secretadas en 12 áreas del cerebro que funcionan simultáneamente. Aun cuando las Resonancias Magnéticas Funcionales (fMRI) en personas enamoradas apuntan al sistema dopaminergico subcortical en la motivación para generar lazos de pareja, el meta- análisis demuestra que diferentes tipos de amor involucran distintas conexiones cerebrales, incluyendo las funciones cognitivas superiores como habilidades sociales y auto-imagen corporal.
En las últimas décadas han proliferado las investigaciones acerca del tema, puesto que el fenómeno del amor de pareja tiene su revés dramático en las separaciones. Producto del sufrimiento que provoca el quiebre de una relación de pareja, y el aumento en las tasas de divorcios, muchos hombres y mujeres asisten a psicoterapia con síntomas depresivos, ansiosos, autoestima deteriorada, sensación de fracaso y desesperanza, entre otros.
No por esto, hay que olvidar que el amor es también una construcción social y que emerge en la interacción relacional de los seres humanos en un momento histórico dado y en una cultura determinada. Pero entender los fenómenos químicos involucrados, puede ayudar a los psicólogos y profesionales de la salud a crear nuevas intervenciones terapéuticas para quienes sufren del antiguo “mal de amores”.
Tal ves el camino para sanar el corazón esta más cerca de la rehabilitación de drogas de lo que pensábamos. Y extrañar desesperadamente a alguien que nos dejo, podría ser uno más de los efectos provocados por el “síndrome de abstinencia” a los químicos que nos hicieron adictos a su compañía.

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